martes, 10 de junio de 2008

Viajera independiente por unos dias

Viajar sola es una experiencia muy enriquecedora, te pone a prueba a ti misma en muchos sentidos y resulta muy satisfactorio. Pero también, en mi opinión, tiene sus desventajas. Y es que quien tiene un buen compañero de viaje, tiene un tesoro. Las primeras horas que recuerdo en Tokio fueron una mezcla entre continua sorpresa e intensa alerta. No conocía la ciudad, la mayor parte de la gente no entendía ni inglés, yo ni papa ni de su idioma ni su alfabeto y, como no tenía a nadie con quien compartir incentidumbres, repetía continuamente algunas comprobaciones para garantizar que a pesar de la somnolencia del yet lag, cogía el metro correcto y no me pasaba de estación, je, je... Sin embargo, las probabilidades de conocer gente se multiplican de forma directamente proporcional a la cantidad de gente con la que viajas. Una de las mejores experiencias de aquellos días, fue la espontaneidad con la que surgió una noche de cervezas con unos chicos alemanes del albergue de Nueva York que terminó viendo amanecer en el ferry de Staten Island. Me confieso una persona que disfruta muchísimo hablando y que gusta de ¡¡una dosis de abrazos y charleta cotidianos!!. Y aunque ya dice el refrán "mejor solo que mal acompañado", el único día de mi viaje que sólo me comunique para pedir la comida, se me hizo duro ¡¡acabé hablando sola conmigo misma y en inglés!!. La toma de decisiones, contra todo pronóstico, aunque más rápida, se vuelve más aburrida ya que aunque en general estás de acuerdo contigo misma ¡¡sólo tú aportas puntos de vista!!. Concluyendo, no es que haya que hablar siempre, ni ser siameses para todo, pero cuando viajas sola, aunque tengas una actitud muy abierta, a veces la suerte hace que no se te presente la oportunidad de disfrutar de nadie interesante, sin embargo, viajando acompañado, si hay confianza y se está bien avenido, ¡¡puedes elegir!!. Para mi quince días de viajera intrépida fueron suficientes: ¡¡Jorge, a mis brazos!!.

Con Jaime en Chicago

Esta entrada está dedicada a un amigo estupendo que me acogió en su casa cuando Jorge se tuvo que volver a Madrid. Este año Jaime, por razones laborales, está viviendo lejos de Gema, en una casa con vistas al lago Michigan, en la ciudad estadounidense del jazz, de los rascacielos y los gansters de las peliculas. Ponerse al día de las novedades es siempre una tarea apasionante: cómo va la vida, los ánimos, la forma de afrontar la relación de pareja con la distancia, los amigos comunes y cotilleos varios. ¡¡Te hace sentir en casa a pesar de los miles de kilómetros y los dos meses de ausencias!!. Poder disfrutar de pequeños placeres cotidianos como pegarse un madrugón para desayunar juntos por el simple placer de disfrutar de la compañía del otro, cocinarse un brócoli, ilusionarse con la idea de que llegue la hora de volver del trabajo para hacer un plan, conocer la vida y las amistades que se ha fabricado la otra persona, dejarse envolver cada noche con míticos conciertos de jazz o blues... Gracias por todo Jaime, por tu entusiasmo, por tus mimos, por tu confianza. ¡¡Fue un gustazo!!. Espero que se os pasen rápido estos meses y, que esta experiencia por separado pueda ser más positiva que negativa en la balanza del tiempo que la dureza de la distancia. Mil abrazos "dosificables" para ambos, para cuando más se necesiten.

Ciudad sin sueño II

Pero en Nueva York tambien tuve la impresion de que se confirmaban algunas de las ideas más negativas que tenía. Las formas de garantizar su seguridad trás el dramático accidente del 11S como traslucen sus gastos en armamento, su política exterior preventiva de guerra y amenazas, los carteles en espacios públicos animando a denunciar ante cualquier sospecha, exceso de revisiones y preguntas repetitivas en el aeropuerto, en ocasiones, de manera poco delicada. Gran cantidad de gente sin techo en la calle pidiendo change, da una idea de la existencia de una cantidad no desdeñable de personas sin recursos en la mayor superpotencia mundial. Poca gente con motivación para aprender otro idioma dada la ubicuidad y superioridad atribuida al inglés. Quizás un exceso de reglas inútiles en algunas zonas públicas como la de correr sólo en un sentido en Central Park o la prohibición de sentarse en las escaleras de la Gran Estación Central (que la gente se pasaba por el forro, je, je)...Sin embargo, esto se compensa con otro tipo de percepciones mucho más positivas. Haciendo recuento de la gente que hemos conocido en estos meses en nuestro viaje, la mayoría son norteamericanos con ganas ir más allá de su ombligismo. Jóvenes que se ponen a hablar contigo en la barra de un bar sobre el daño que está haciendo Bush a su país y la diferencia entre las ideas más abiertas y progresistas de las grandes ciudades y el resto de los EEUU. Muestras de humor anti-institucional como las chapas con la fecha en que serán las próximas elecciones del país con el logo"Last day of Bush" o Hillary Clinton caracterizada como un cascanueces que los estadounidenses no quieren sufrir. Lo mejorcito que recuerdo son las compañías. La visita de nuestros amigos y mi Diego. El haber podido disfrutar de la casa de Ken, el tío de Bego, para alojarnos y de su compañía, intensa aunque breve. Espero que las fotos puedan reflejar lo mágico que era ver desde las ventanas el skyline de esta ciudad, disfrutar de los rincones tan bohemios de esta casa de artista, llena de obras de arte y curiosos objetos... Concluyendo, Nueva York parace una ciudad sin sueño, donde conviven muchas cosas apasionantes y otras negativas, pero que no te deja indiferente...Si hasta tienen en el Museo de los Claustros un Cristo palentino!! Si hubiera visto mi padre la internacionalidad que cobra esta provincia española tan injustamente olvidada, je, je!! Se os quiere!!

Ciudad sin sueño I

No tenía especial ilusión por conocer Nueva York. Me apetecía dedicar estos meses a vagar por otros lugares de nombres impronunciables, conocer minorías étnicas, adentrarnos en regiones de lenguas desconocidas...lo sé, suena un poco friki!! Todo esto se entremezclaba con prejuicios sobre lo más negativo de la sociedad y política norteamericana. Pero ahora he de confesarme seducida por esta ciudad, no por su espectacular belleza, sino por su atractivo... como el de esos amantes que no te llaman la atención en un primer golpe de vista, que incluso transmiten, si sólo reparamos en ciertos detalles aislados, tímida indiferencia...pero que con el tiempo te van seduciendo, descubriendo sus secretos, convirtiéndose en personas inolvidables... Nueva York es una amalgama de avenidas enormes, de altísimos edificios que te hacen olvidar las nubes y el cielo. Una colección de calles y rincones muy presentes en nuestra memoria cinematográfica. Existe una sorprendente mezcla cultural y racial, cuyas poblaciones, en general, se hayan segregadas por barrios como por ejemplo en Chinatown, el Bronx o Little Italy. En los comercios, en los servicios de limpieza, en las taquillas del metro, predominan los inmigrantes, sobre todo latinos. En la actualidad, los hispanos son el segundo grupo no anglosajón más numeroso y esto se percibe en los carteles que animan a comprar con la frase "aqui se habla español", o cuando vas a comprar un billete de metro con tu inglés vallecano y te contestan en castellano: "son 5 dolares, por favor". También llaman la atención el look atrevido y variopinto de sus habitantes, en el que predomina el negro y la heterogeneidad ante la mirada desprejuiciada de los transeúntes. Ciudad de oportunidades, de gente joven, siempre en movimiento pero también urbe de indiferencia, como nos expresaba un senegalés que conocimos vendiendo fotos en la calle. Sin embargo, hay otras cosas muy interesantes, como la defensa pública de los derechos del colectivo homosexual como las estatuas tamaño natural de una pareja de gays y lesbinas de la Plaza Sheridan. Da la sensación de que esta ciudad nunca duerme: personas comiendo a todas horas, ofertas culturales y performances inagotables, el metro que no cierra (¡¡a ver si se entera la Espe de una vez!!), ni siquiera el ferry gratuito que cruza a Staten Island y que te permite fotografiar a cualquier hora las vistas del Financial District y la estatua de la Libertad. Para los más comilones concentra casi todas las variedades culinarias del mundo (en unas semanas comimos en un indio, chino, vietnamita, dinner norteamericano, turco, ruso, italiano, malasio!!!). Para los más intelectuales los museos, inabarcables, agotadores pero fuente de continua admiración y en ocasiones crítica con tintes feministas, ecologistas, hacia la sociedad de consumo...Y para los forofos de la música, conciertos desde gospel en alguna de las misas de Haarlem (esa experiencia fue muy reseñable, imaginadnos a los cinco ateos, acudiendo a la misa del domingo de una comunidad protestante que nos acogió como a sus hijos pródigos: nos aplaudieron, rezaron por nosotros y hasta nos hicieron una traducción simultánea de la celebración al castellano!! Muy emocinante!!), jazz en locales como el Smoke, rock underground en East Village o soul en el Myriam´s. Pero vinieramos de donde vinieramos y tuvieramos la edad que tuvieramos, todos parecíamos confluir en algún momento del día en los plateados vagones del metro y en Times Square.

viernes, 30 de mayo de 2008

Madrid, viaje de ida y vuelta

Volver a veces es duro. Sobre todo si la razón es obligada. Haberse metido, además, de lleno en una rutina, la vuestra que no es la mía, da vértigo y pereza al mismo tiempo.

Por eso y por todo lo demás, gracias, simplemente gracias. A todos los que con vuestras llamadas, mensajes y pensamientos (aunque no se hayan expresado viva voz) me habeis rodeado a mi y a los míos. Todo está bien ahora y poco a poco vamos andando por el buen camino. Yo me vuelvo al mío hasta que se me acabe. Disfrutad mucho mientras tanto.

Besos mu grandes

Jorge